Amapola roja
nota tus raíces,
hundidas en la tierra.
Con buen arraigo,
el sol te alimenta
y crece tu mata.
Grácilmente,
tomas la llovizna,
que rocía tus hojas.
Al vaivén del viento,
descubres tu bamboleo,
cuando te meces.
Aprendes a ser flexible,
pero fuerte, notas tu arraigo:
la tierra te sostiene.
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