Lluvia y más lluvia,
gota tras gota,
minuto más minuto,
el tiempo transcurre,
en un día sombrío
en primavera,
ocultando su belleza,
tras un cielo grisáceo.
Invita a la melancolía,
al recogimiento:
nos lleva de la mano
a interiorizarnos,
ver que hay adentro
que nubló nuestra alegría.
Quizás con suerte,
encontremos la raíz,
o quizás no la hallemos
y frustrados encojamos
los hombros por ignorarla.
Pero la respuesta podría ser:
el posicionamiento,
dónde colocas tu atención.
La verdadera alegría
no tiene opuestos.
El verdadero amor tampoco.
Surgen del centro
no del pensamiento.
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