Pesan los recuerdos,
actos de desamor,
propios y ajenos.
Pesan las ataduras,
las resistencias,
las mentiras
los protocolos:
EL VIEJO MUNDO.
Pesa el pensar,
constante diálogo;
críticas y apegos.
Pesan los enredos,
el dolor registrado
en la memoria,
su reactividad:
LA VIEJA MENTE.
Al alma tan sólo
le queda resistir,
con suma paciencia,
con un único deseo
mientras espera:
abrazarse a la luz
cuando esta llegue.
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