Cuando el barullo nos visita
y queremos pisar fuerte:
empieza la función
con su dosis de confusión
y el ingrediente de la imposición:
del querer tener razón,
cuando no somos receptivos,
cuando estamos cerrados,
cuando estamos cerrados,
encarnamos el gran impostor,
que nos gana en demasiadas
partidas: el
gran jugador
nos conoce bien y nos pone
muchas trampas.
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