Las hojas danzan, gravitan,
se dejan llevar al son
del compás del viento,
que las acompaña y levanta.
No hay resistencia,
fluyen uniéndose a su cadencia,
sin saber cual será su destino.
La vida también nos mueve,
nos invita a danzar con ella.
Tenemos dos opciones:
Fluir y aprender a su ritmo
o resistir quejosos,
por cuanto nos acontece
y disgusta.
En tus manos está la elección.
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